Atendiendo a una cordial invitación que nos formularan para recorrer el proyecto de construcción del camino que une Vicuña-Yendegaia, tuvimos recientemente la oportunidad de apreciar de manera amplia y así visualizar de qué forma y manera este objetivo de materializar la anhelada conectividad entre un extremo de la Isla de Tierra del fuego y el Canal Beagle, ha ido tomando forma y adquiriendo nuevas dimensiones dada la magnitud y envergadura del proyecto.
En este sentido y observando los alcances de los trabajos y valorando el esfuerzo que se ha puesto en cada etapa, viene a mi memoria aquella máxima que indica, “no temas ir despacio, solo teme no avanzar”, y aquí, derechamente, tal temor no tiene cabida.
No será posible analizar en detalle el notable potencial que esta obra significará en el fomento de un mayor desarrollo turístico para la región, y por motivos de espacio tampoco se podrá profundizar en su importancia geopolítica y desafíos en materia de sustentabilidad, pero ya con solo mencionar estos aspectos, nos podemos dar una idea de las proyecciones que son posible plantear a partir de este enorme trabajo.
Para darnos una idea, según han comentado los expertos, el camino tendrá una condicionante denominada bimodal, terrestre y marítima en a lo menos, dos puntos solamente: el primero, en el cruce que hoy se utiliza desde Punta Delgada y que permitirá ingresar a Tierra del Fuego desde el continente, y el segundo, que lo constituiría el cruce en barcaza desde Caleta 2 de Mayo y con recalada en Navarino.
Así es como, desde su punto inicial, Estancia Vicuña y su punto objetivo, Canal Beagle, hablamos de una extensión de a lo menos 140 kilómetros. Estas vías mencionadas, constituyen la alternativa de accesibilidad para los habitantes de Puerto Williams.
Como señalaba anteriormente, es imposible ahondar en algunos antecedentes técnicos del proyecto, al menos por ahora, pero sí, es oportuno mencionar y destacar que, los suelos por donde se traza el camino han involucrado ciertos retos y desafíos técnicos que se han tenido que superar con el propósito de ir consolidándolo definitivamente y de manera estable.
A modo de ejemplo, la constitución del suelo en un 90 por ciento de agua y el otro 10 por ciento lo conforman materia orgánica en descomposición (turbales). De esta manera podemos llegar a comprender que para superar aquello, se han tenido que implementar soluciones complejas que permitan dar estabilidad a la plataforma del camino. Se trata de un sistema que pudimos comprobar en detalle durante el recorrido en terreno junto a los profesionales del equipo de trabajo.
Otro tema tiene que ver con el desglose presupuestario y que se ve alterado y se transforma en un complejo contrato vial a ejecutar. Las razones son variadas y están vinculadas con temas como el cuidado medioambiental, la responsabilidad con la arqueología presente en la zona, la administración, operación y mantenimiento de una barcaza, entre otros motivos que se han explicado.
En este sentido, se nos ha señalado que el proyecto fue diseñado a nivel referencial, faltando en el momento, definir otra serie de aspectos relevantes. El mismo hecho de estar inserto en un parque nacional, obliga en forma permanente a realizar consultas de pertinencia al Servicio de Evaluación Ambiental cada vez que se necesita actualizar el plan o trazado original o realizar modificaciones.
Lento pero seguro, a pesar de todas las dificultades, obstáculos y una serie de inconvenientes de todo tipo, el trabajo ha seguido adelante con entusiasmo y mucha fuerza.
Queda mucho camino por andar y construir entre el Cuerpo Militar del Trabajo (CMT) y su buen aliado el Ministerio de Obras Públicas (MOP), y en ellos tenemos puestas las expectativas para seguir mejorando la conectividad de nuestras zonas extremas y brindar más y mejores oportunidades para sus comunidades.
Por Nelson Cárcamo Barrera
Delegado Presidencial Provincial de la Antártica Chilena
Columna de opinión publicada el 31 de octubre de 2021 en suplemento “Análisis” de Diario El Pingüino.