Existe una preocupación compartida entre todos quienes habitamos estas tierras extremas y australes, y ella no deja de ser menor, sobre todo cuando nos percatamos que buscamos el mismo sentido y propósito; esforzarnos por hacer de esta región más prospera y armónica en su quehacer cotidiano.
Pareciera no ser muy envolvente el concepto o poco vinculado a la contingencia de lo que la mayoría de los medios de comunicación presentan en sus portadas o principales titulares, pero si nos detenemos a reflexionar, analizar y rememorar hechos, episodios y aconteceres llegamos a la conclusión que en todo aquello hubo un denominador común y que permea indisolublemente todo el espectro que podemos denominar comunidad.
La propia historia de estas latitudes desde sus pueblos originarios, el ser humano y las diferentes poblaciones que han tenido el privilegio de sentar aquí sus bases para el desarrollo de sus vidas, podemos encontrar que, según podemos conocer, todos han puesto a disposición todas sus capacidades y talentos al servicio de los demás con tal de propulsar un mejor pasar para sus familias y generaciones venideras.
Aquí, como nos ha enseñado la historia y el tiempo, los esfuerzos han estado siempre dirigidos a la búsqueda permanente de generar condiciones de vida mas favorables, con todo lo que ello significa el vivir en el fin del mundo (o donde todo comienza).
Así lo han entendido nuestros antecesores y todos desde el lugar que nos corresponde hemos y hacemos los esfuerzos necesarios por alcanzar esos objetivos planteados desde siempre.
Nuestras vidas nunca han comenzado desde la nada. Siempre han existido experiencias que nos indican opciones y caminos que pueden ser continuados, modificados o descartados.
Los primeros habitantes de estas tierras nos han legado una riqueza cultural y social de enorme valor que siempre en necesario mantener vigente. El reconocimiento por los diferentes saberes, el respeto por el medio ambiente por dar solo algunos ejemplos.
A poco más de cien años de la reconocida hazaña del piloto Luis Pardo en un hecho muy pocas veces conocido en el mundo con cuyo esfuerzo y sacrificio alcanzó a cumplir con éxito el rescate de la tripulación de Ernest Shackleton, no solo sirve como capítulo relevante del gran libro de la historia global, significa, además, un buen ejemplo de lo que es posible cuando convergen las mejores voluntades con los objetivos comunes, en el caso del marino nacional, llevando adelante una misión considerada humanitaria.
Descubrimientos de considerable alcance para la población, inauguración de nuevos puntos de conectividad, más y mejor conocimiento sobre nuestra geografía, comprensión de los comportamientos humanos, entre otros muchos estudios y logros, no significan otra cosa que, la puesta en común de las capacidades para el logro de propósitos más grandes y amplios.
Es casi imposible imaginar alguno de estos objetivos cumplidos si el egoísmo o los intereses particulares fueran los que imperaran en cada decisión. Por supuesto que no podemos desconocer que la imaginación y la intencionalidad humana es bastante más compleja que esto, y lamentablemente el oportunismo y la posibilidad de obtener ventaja de las circunstancias siempre han estado presente a lo largo de la historia, afortunadamente, abundan los mejores ejemplos de que señalan otra cosa.
Hace muy pocos días se conmemoró un nuevo Día Nacional del Dirigente Social y Comunitario, otro claro ejemplo de la vocación de servicio que nos inspira. Qué decir de su labor en momentos complejos como la emergencia sanitaria del Coronavirus. Es cierto que cuesta mucho alcanzar acuerdos sobre lo que es mejor o correcto en un determinado momento, es natural y lógico entre las legitimas diferencias que nos representan, pero eso no significa que no podamos coincidir en la necesidad de lograr consensos en beneficio de las comunidades.
Por Nelson Cárcamo Barrera
Delegado Presidencial Provincial de la Antártica Chilena
Columna de opinión publicada el 15 de Agosto del 2021 en suplemento ¨Análisis¨de Diario El Pingüino.
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