Existe un valor, una riqueza que es intrínseca a cada territorio o región, una que le es propia y única, que la identifica y caracteriza en el universo donde cada uno posee rasgos particulares y que nos lleva a formar parte de un todo más amplio y complejo, donde la pluralidad y diversidad en todos sus aspectos es lo que termina por unirnos y encontrarnos.
Así es que, como ocurre con las personas, las regiones también tienen su identidad y es algo que nos maravilla y enorgullece. Aquí, encontramos ese bien más preciado, donde hasta el clima termina por configurar nuestra personalidad. Qué podemos decir de Magallanes y Antártica Chilena, donde al igual que en otras regiones del país, la histórica construcción de las comunidades nos ha llevado a lo que hoy somos.
En esta semana que termina, asistimos a un nuevo e importante paso en el proceso de descentralización, ese tan anhelado objetivo escuchado por años y que hoy alcanza uno de sus momentos más relevantes donde las regiones y los territorios cobran una nueva dimensión y valor particulares desde la perspectiva de sus habitantes y sus necesidades.
En este proceso resulta clave la participación ciudadana y la activación de los mecanismos necesarios para abordar los temas considerados como prioritarios o relevantes para la propia comunidad.
La redacción participativa de la nueva constitución deberá tener ese sello inclusivo y territorial que permita representarnos de la mejor manera posible.
Fortalecimiento del diálogo, los acuerdos y el entendimiento sobre la base del respeto y la responsabilidad deben ser asumidos como parte necesaria de la búsqueda del bien común que nos permita avanzar en conjunto hacia un desarrollo cada vez más pleno, sustentable y por sobre todas las cosas, inclusivo.
Existen muchas esperanzas y expectativas en esta nueva etapa de la institucionalidad que otorga mayores atribuciones y competencias a las regiones, lo que se traduce también en una nueva concepción de las responsabilidades locales y la conducción de las decisiones.
Evidentemente la tarea que se emprende no será sencilla y mucho menos puede llevarse a cabo en solitario, será importante el trabajo colaborativo entre las instituciones y las organizaciones, como así también del apoyo de los diferentes sectores y actores relevantes.
Educación y cultura con identidad local, las necesidades en materia de salud, reactivación de la economía y el empleo, medio ambiente, conectividad, ciencia e investigación o formación técnica y profesional son solo algunos de los ámbitos en los que debemos seguir poniendo a disposición todos nuestros esfuerzos pensando siempre en las comunidades, en vecinas y vecinos.
Han sido meses y tiempos complejos donde las consecuencias y huella de la pandemia se han hecho sentir en las familias generando angustia y dolor. Superar la emergencia sanitaria y avanzar hacia la recuperación socioeconómica de las personas solo será posible en comunidad en su sentido más amplio.
Las legítimas diferencias que también forman parte de nuestra personalidad, no pueden ser obstáculo para la generación de acuerdos y la construcción de propuestas que contribuyan a mejorar la calidad de vida de las familias, en un contexto de mayor justicia e igualdad de oportunidades que posibiliten el desarrollo de las potencialidades de las regiones, las comunas y sus habitantes.
Por Nelson Cárcamo Barrera
Delegado Presidencial Provincial de la Antártica Chilena.
Columna de opinión publicada el 18 de julio de 2021 en el suplemento “Análisis” de Diario El Pingüino.